Hoy he tenido que ir a Correos a mandar un paquete. Pensaba que era algo sencillo, que no tenía mucha ciencia, pero no podía estar más equivocada.
Me levanté a las 9 de la mañana, que eso para mí es madrugar (bueno, me levantó mi madre llamándome por teléfono, por eso de que suelo ignorar los despertadores).
A eso de las 10 y cuarto (media hora arriba, media hora abajo) salí de mi casa; y lo primero que me encuentro es a una señora vestida de lila paseando a su perro que llevaba una correa a juego con la vestimenta de dicha señora. Tan normal todo, debería de haber empezado a sospechar que el día iba a ir mal.
Después de recorrerme medio barrio a pie (porque sabía dónde estaba la oficina pero no sabía como llegar) me planté frente a la puerta. Para no hacer el ridículo me fijé bien si tenía alguna pegatinita que pusiera "Tire" o "Empuje" pero no había ninguna. Así que tiré de la puerta, y al ver que no se abría empujé. Pero tampoco se abría. Estuve peleándome con la puerta hasta que vi a una señora entrando en correos por la puerta de al lado, que es la que estaba abierta. Tan digna yo me fui a la puerta correcta, la abrí, entré, cogí mi número y me senté a esperar.
Cuando llegó mi turno me dirigí al mostrador:
-Buenos días quería mandar este paquete -y le enseño a la señora la bolsa envuelta en cinta adhesiva.
-¿Cómo quieres mandarla? -me dice.
Tú sabrás que eres la que trabaja en correos, ¿no?
-Pues no sé, si cabe en un sobre de los grandes en un sobre, si no en una caja.
-No, eso en un sobre no te cabe, mejor compra una caja- se va al almacén y vuelve con una caja. -Esta te vale 2,85, te la cobro y tienes que rellenarme esto, esto y esto- y me da unos papeles.
-¿Me puedo poner aquí al lado? ¿Y me puedes dejar un bolígrafo?
Me mira con cara de odio pero me dice que sí.
Mientras intentaba plegar la maldita caja llegó una señora a recoger un sobre. A la señora le dio tiempo a contarle su vida mientras yo sólo había plegado un lado de la caja.
-Perdone -le digo a la de correos- ¿sabe cómo se pliega la caja?
-¿Nunca has plegado una? -me mira escéptica y sigue atendiendo a la señora.
Y mientras yo me seguía peleando con la caja.
Cogí el trozo de cartón que se tiene que convertir en una caja, le doblé un lado, intenté doblar el otro. No funcionó. Intenté tirar de las pestañas, pero estaban pegadas.
-Mira niña -me dice la señora que está recogiendo su sobre- aquí tienes un dibujo con las instrucciones.
En efecto, en un lado del cartón había un dibujo con las instrucciones de cómo plegarla, llega a ser un perro y me muerde. Y justo cuando vi un rayito de luz me di cuenta de que las instrucciones son un maldito dibujo de la caja ya doblada con unos números en cada solapa.
-Ya pero es que no entiendo las instrucciones- le digo a la señora ya tirando la poca dignidad que me quedaba a la basura.
-Tienes que sacar las pestañas estas -dice señalándolas- y meterlas en estas ranuras mientras doblas estas dos caras.
-Señora, deje eso y firme aquí -dice la de correos cabreada- deje que pase la prueba de fuego.
¿Doblar una caja es una prueba de fuego? ¿Y el premio cuál es? ¿El trono de Invernalia?
Y mientras yo seguía averiguando cómo demonios doblar la maldita caja. Hasta que una trabajadora que pasaba por allí me dijo:
-Tranquila que ya te la pliego yo.
Y en dos segundos la tenía perfectamente montadita. Sobra decir que sigo sin saber cómo se monta una caja verde de correos.
Cuando ya conseguí montar la caja y todo, llega una pareja de filipinos con una caja en la que cabía yo perfectamente a la ventanilla. Que a saber qué llevaban, capaz que iban a mandarle a uno de sus hijos a Angelina Jolie.
-Niña, vete al mostrador de allí al fondo a rellenar los papeles que necesitamos la pesa- dice señalando una plataforma negra con bolas plateadas que estaba a mi lado. Obviamente me costó pillar que se refería a que eso era la pesa.
Pues con mi caja, mis papeles, el bolso, la chaqueta y una bolsa de plástico me fui al mostrador. Que encima era diminuto, no me cabía la caja.
Y allí estaba yo, haciendo malabarismos para mantener la caja apoyada en el mostrador sin que se cayera, el bolso colgando del hombro, la chaqueta y la bolsa sujetas con las rodillas, las gafas resbalándose por mi nariz, los pelos delante de la cara e intentando escribir.
Y cuando terminé y fui a llevarle la caja a la dependienta me fijé en que había pegado las solapas sin meter las pestañitas que la señora que fue a recoger el sobre me había dicho. Total que tuve que montar otro circo para meterlas en las ranuras sin tener que despegar la solapa.
Cuando terminé todo me acerqué a la ventanilla donde estaba la señora de correos atendiendo a los filipinos.
-Acércate un momento- me dice la señora.
Yo toda ilusionada pensando que ya podía mandar el paquete me acerqué.
-Devuélveme el boli, y vete a esperar a que termine con estos señores.
Pues ya sin nada de dignidad me fui a esperar. Cuando la señora terminó con los filipinos me dijo que ya podía atenderme. Me acerqué al mostrador y estampé la caja contra él. La señora ya estaba flipando conmigo.
-Uy perdón -le digo.
-¿Quieres mandarlo asegurado como paquete azul? -me pregunta.
-No sé, ¿cuánto cuesta eso?
-Espera que te miro -y se pone a mirar cosas en el ordenador- la población que has escrito no me sale.
-Pues es la dirección que me han dicho. Lo que no entendí si era una "u" o una "v".
-No, ni con "u" ni con "v" sale.
-Es en Mallorca.
-Ya eso ya lo sé -me responde como si la hubiera insultado. Coge un papel-. ¿Has puesto 100 euros en el valor de la aduana?
-Em... sí.
-Eso te va a subir el precio.
-¿Va a valer más de cinco euros? Porque si vale más de cinco euros no me interesa.
-El precio mínimo son 8 euros, pero espera que te miro -sigue con su ordenadorcito-. Sí, sale 12,85.
-Ah, pues entonces no me interesa -digo, y le pago el precio normal.
Me mira con cara de odio.
-Pues firma aquí y pon tu DNI aquí -dice señalándome el papel de la aduana. Firmo-. Pues ya está todo, ya te puedes ir.
-Gracias.
-A ti.
Cuando salgo de correos me vuelvo a equivocar de puerta. Y como una zombie camino hasta mi casa, donde me vuelvo a encontrar a la misma señora vestida de lila con su mismo perro con su correa a juego. Eso tiene que ser algún mensaje oculto.
Está claro que las cajas verdes de correos son una mierda, pero al menos colaboras con 2 céntimos a replantar árboles. Que digo yo que si planto uno colaboro más, pero bueno.
Antes de ir a correos mentalizaros y haced un cursillo de plegar cajas si no queréis que os pase lo que a mí.
Y dicho esto me tengo que ir a limpiar el baño
Verdes saludos de la Comandante Mosca.
P.D: Si alguno ha seguido este blog desde el primer post (aunque este es el cuarto) sabrá que no iba de esto en un princpio, pero bueno, lo de las entrevistas se ha quedado en el inframundo. Mejor publico las cosas que me pasan en la vida diaria que son la hostia y me dejo las entrevistas para cuando trabaje de periodista. Si es que no estoy en el paro.